Como todo, el mundo de la alimentación y las bebidas también evoluciona continuamente.
Más de 60 analistas de todo el mundo se reunieron para estudiar la industria alimentaria y los distintos mercados para poder predecir cuáles serían las principales tendencias con mayor impacto en este año que estamos a punto de acabar.
A las puertas de identificar las tendencias para el próximo año, queremos hacer una revisión para comprobar si los analistas acertaron en su predicción, basada sobre todo en tres ejes: el potencial de los alimentos y bebidas con base vegetal, el interés en productos que nos conecten con el pasado, y la necesidad de alimentos convenientes, más sostenibles y éticos.
El poder de las plantas
La primera inclinación de la industria es apostar por productos en los que los ingredientes vegetales tengan un papel importante.
La sociedad es consciente de los beneficios que tiene llevar un estilo de vida saludable por lo que los consumidores optan por darle más importancia a frutas, verduras, frutos secos, semillas, granos y otros productos vegetales en su dieta.
La innovación es la herramienta clave para obtener nuevos productos o modificar los ya existentes con el objetivo de producir sabores mejorados a partir de sustancias presentes en los vegetales. Un ejemplo de ello es la producción de hamburguesas sin carne, o la elaboración de pizza congelada de coliflor.
Se observa además una mayor presencia de productos con declaraciones veganas o vegetarianas en los lineales de los supermercados.
La confianza en la tradición
Los productos artesanos o tradicionales infunden mayor confianza a los consumidores. Ya sea en forma de las descripciones de producto como en los procesos de producción o en su presentación.
Es por ello que uno de los objetivos de la industria es presentar nuevos formatos o recetas basadas en la elaboración de siempre.
Un claro ejemplo que ha despertado el interés de los consumidores y ha provocado el crecimiento del mercado es el de las cervezas artesanales.
El tiempo es la esencia
El ritmo de vida actual, junto con los avances tecnológicos, hacen muy difícil desconectar del trabajo.
El tiempo es un recurso muy preciado por lo que se necesitan soluciones rápidas pero que sean frescas, nutritivas y personalizables. La rapidez se enfoca en la preparación y el servicio, pero no en la comida.
Por lo que el tiempo que se necesite para preparar los productos o comidas va a influir tanto como las declaraciones de las propiedades nutricionales o de ingredientes a la hora de seleccionar un producto.
Además, los alimentos suelen ser una de las formas más usadas para hacer frente a las emociones, estados de ánimo y /o como forma de escapar de las fuentes de estrés.
Es por eso que podemos encontrar en el mercado cada vez más productos dedicados a estos consumidores y situaciones. Estos “bocados” deben ofrecer relajación, restablecer el cuerpo durante la noche, ayudar a dormir mejor, y favorecer el sueño y descanso nocturno.
Un ejemplo de este tipo de alimentos son los zumos relajantes con melatonina o los cereales que favorecen a sentirse más ligero.
Menos desperdicio
Actualmente, tanto en distribuidores como en consumidores, están cambiando las normas de la compra-venta. Cada vez más se utilizan ingredientes que hace unos años se hubieran descartado.
Existen varias iniciativas en supermercados por ejemplo, de tener disponibles los llamados “alimentos imperfectos”, término usado sobre todo en fruta y verdura, por no cumplir las propiedades especificadas en cuanto a color, forma o tamaño pero no por ello menos saludables ni con menor calidad nutricional.
Veremos si para el próximo año se mantienen las mismas tendencias.
Descárgate la copia del informe de las tendencias en alimentación y bebidas para el 2017 de Mintel.
Fuente: Mintel, Ainia
Fuente foto: Mintel