En la “Food Fraud, a new food conference” que tuvo lugar el pasado día 3 de mayo se resaltó cuán serio se ha convertido el fraude alimentario. Está organizado y muy extendido, pero hay soluciones que debemos explorar…
Una sociedad sana se basa en la confianza. Nuestras relaciones cotidianas se centran en la confianza. La confianza está en todas partes. Cuando nos dirigimos al trabajo, confiamos en que nuestros coches no se van averiar a pesar de que la mayoría de nosotros no tenemos ni idea de mecánica. Confiamos en que los semáforos funcionarán correctamente para evitar accidentes a gran escala. Confiamos en los maestros de nuestros hijos; nuestros compañeros; nuestros padres.
Pero ¿Confiamos en la comida que nos mantiene vivos y sanos?
La confianza del consumidor en la industria alimentaria está disminuyendo debido a escándalos como el de la carne de caballo en Europa en 2013 o el de la melamina en leche en China. Estos son dos ejemplos de lo que llamamos fraude alimentario.
El fraude alimentario es siniestro, muy rentable y muy corriente – y no se puede detectar echando un simple vistazo a un producto o a su etiqueta.
En la conferencia inaugural sobre el fraude alimentario celebrada en Manchester, los líderes de la industria se reunieron para discutir los desafíos que la realidad del fraude alimentario presenta a la sociedad actual.
Echemos un vistazo a los retos que se nos plantean tanto a nivel del Reino Unido como a nivel global.
Según el profesor Chris Elliott, de la Universidad de Queen’s en Belfast, “el fraude alimentario es un problema mundial». En la declaración de apertura el profesor Elliott, un líder internacionalmente reconocido en Integridad de los Alimentos, quedó claro que infravaloramos la magnitud de la amenaza que representa el fraude alimentario y la medida en que ocurre y afecta cada aspecto de la cadena de suministro.
¿Qué es el fraude alimentario?
Estamos frente a un fraude alimentario cuando los productos son deliberadamente diluidos, mal etiquetados o mal representados, manipulados y/o sustituidos con otro producto:
¿Por qué se falsifican los productos?
Por un beneficio económico, porque las copias son fáciles y más baratas, porque hay una demanda de mercado insatisfecha y/o porque es difícil de detectar y de probar.
- El fraude cuesta a la industria de alimentos más de 12 mil millones de euros por año en Reino Unido. La contribución al fraude equivale a 0.05€ del precio de una barra de pan que cuesta 1,10€ y de 0.18€ del coste de una jarra de cerveza. El fraude cuesta a los consumidores 478€ por hogar al año.
Los beneficios de abordar el fraude alimentario:
- La industria podría aumentar la rentabilidad en más de 5 mil millones de euros si combatiera el fraude. Reducir el fraude podría hacer a las empresas más competitivas y el coste de los alimentos podría reducirse en 0,05€ sobre 1,13€.
¿Por qué es tan peligroso el fraude alimentario?
Mientras que el fraude alimentario puede parecer conceptualmente auto explicativo, vale la pena tener en cuenta la variedad de formas en las que afecta a nuestra sociedad y a la cadena de suministro. El fraude alimentario es muy parecido a otras variedades de fraude en las formas en que opera. Sin embargo, su impacto, es de una naturaleza totalmente diferente. Estas son las principales áreas en las que impacta el fraude alimentario:
- Amenaza a la salud
Si un producto alimentario cuya etiqueta dice que no contiene ningún rastro de cacahuete, en realidad lo contiene (porqué en algún momento de la cadena de suministro los ingredientes han sido contaminados por cualquier razón), puede ser fatal. No hace falta ser un genio para averiguar por qué la contaminación deliberada puede resultar fatal para ciertas personas con intolerancias o alergias.
- Daño ambiental
Los estafadores no suelen tener conciencia ambiental. En ocasiones sustituyen el atún por otros peces más baratos, a veces peces poco comunes, que utilizan para elaborar productos derivados del atún, obteniendo un mayor beneficio y alterando la fauna marina.
- Implicaciones éticas
Para las comunidades musulmana y judía es muy importante asegurar que los productos cumplen con la normativa halal y kosher respectivamente, aunque esto suponga un sobrecoste. Pero cuando nos encontramos con una práctica fraudulenta, esta normativa no se suele tener en cuenta, y pueden provocar un daño “espiritual” a los consumidores de las respectivas comunidades religiosas afectadas.
- Esclavitud humana
Vemos ejemplos de la esclavitud moderna asociada con la práctica fraudulenta. Dado que la actividad fraudulenta es, por definición, ilegal, la forma en que se lleva a cabo no tiene en cuenta la normativa o la legislación ni la protección de los trabajadores. En consecuencia, en los países en desarrollo, muchos trabajadores reciben muy poco dinero por el trabajo agotador realizado para que los productos fraudulentos se puedan disfrutar en el mundo desarrollado por precios muy por debajo del precio real.
- La ruptura económica de la cadena de suministro de alimentos
En general, el fraude alimentario, introduce y perpetúa un desequilibrio insostenible e injusto en la industria alimentaria que afecta a todos y cada uno de nosotros – de la granja a la mesa -.
Debemos recordar que el objetivo primordial del fraude alimentario no es causar daño físico, aunque no por un imperativo moral o ético por parte de los que cometen el fraude.
El modelo de negocio no es hacer daño, ya que esto sería más fácil de detectar.
Parece probado que el fraude alimentario es una actividad delictiva muy organizada, rentable y muy real y cada vez más integrada dentro de las redes de delincuencia organizada en todos los continentes, de la misma manera que el tráfico de drogas o el contrabando.
Quienes realizan el fraude de alimentos operan más o menos en las mismas rutas de tráfico geográfico que las otras redes de delincuencia organizada, pero se detectan con menos frecuencia.
Observando los casos más recientes como la implicación de la mafia italiana en el tráfico de orégano, o el escándalo de la carne de Brasil, el fraude alimentario es un tema global y la sociedad parece ignorar el alcance de la amenaza.
Es difícil estimar con precisión el valor global de la industria, pero el sector de la alimentación es indiscutiblemente uno de los primeros de la tabla en términos de su valor económico.
¿Por qué complicarse tanto?
En resumen, la industria alimentaria y su cadena de suministro es extremadamente complicada y compleja, por lo que se debería simplificar el sistema en general.
Cuanto mayor sea el número de eslabones en la cadena, más puntos susceptibles hay. El Reino Unido importa el 40% de todos los alimentos. La complejidad de la cadena de suministro se ve exacerbada por la complicación inherente al proceso de exportación / importación.
Una vez más volvemos a la confianza. Como consumidores, ¿confiamos en los fabricantes? ¿Los fabricantes a su vez confían en sus proveedores?
Es necesario abordar el problema, pero, ¿cómo hacerlo?
No tenemos una bola de cristal que nos desvele la solución, pero el blockchain, sin duda, ofrecería una solución tecnológica a la cuestión. Podría ayudar a simplificar los procesos transnacionales dentro de la cadena de suministro de alimentos y asegurar que cada eslabón de la cadena tiene una huella digital con la que el consumidor podría, teóricamente, rastrear un producto de granja al tenedor. Blockchain conecta el producto con el consumidor.
¿Es esta la transparencia que en última instancia restaurará la confianza del consumidor en la industria… y en la era digital?
El fraude alimentario es una actividad criminal fundamentalmente compleja que requiere que la solución sea igualmente multidimensional. La colaboración entre las distintas partes dentro de la industria desempeñará un papel muy significativo.
Actualmente se están desarrollando algunos proyectos para hacer frente al fraude alimentario, como el Food Industry Intelligence Network (FIIN) (Red de Inteligencia de la Industria Alimentaria). La teoría detrás del proyecto es que la industria del Reino Unido trabaja consigo misma; cada una de las partes puede participar en el intercambio de datos anónimo con el fin de encontrar soluciones colectivas para garantizar la integridad de los alimentos y combatir el fraude alimentario. FIIN une al gobierno y a la industria alentando la comunicación entre las partes.
En esencia, todos tenemos el mismo objetivo: garantizar la seguridad e integridad de los alimentos. Ahora debemos centrarnos en proporcionar un entorno en el que este punto fundamental se vuelva claro y comunicable.
El Reino Unido probablemente está liderando el camino con respecto a las iniciativas que luchan por la integridad alimentaria.
Todavía queda mucho por hacer y muchas preguntas sin responder y es necesaria una mayor colaboración entre los encargados de hacer cumplir la ley y la industria.
Iniciativas como la FIIN teóricamente proporcionan el espacio para comunicarse, pero necesitamos ver más de ellas, no sólo en el Reino Unido, sino en toda Europa y en todo el mundo. El fraude alimentario es un problema mundial y por lo tanto el enfoque debe ser de carácter internacional.
Entonces, ¿quién va a conducir esto? ¿El regulador, el consumidor o la industria? La confianza es una conversación de dos vías y sólo funcionará si todas las partes implicadas se comunican entre sí con claridad y transparencia.
Fuente: www.newfoodmagazine.com