En el Reino Unido han surgido algunas críticas a partir de la filtración de videos donde se pueden observar malas prácticas de higiene en distintos sectores de la industria alimentaria.
Hay discrepancias sobre cómo se realizan los controles, las auditorías y el resto de pruebas para verificar la seguridad alimentaria en estas organizaciones.
Parte de la población argumenta que las auditorias suponen un proceso caro que se refleja en el precio final de los alimentos. Y aunque la mayoría está dispuesta a pagar si ello supone una garantía de seguridad alimentaria, parece que una parte de la población cree que en ocasiones esa garantía no es real y están pagando más por los productos de forma innecesaria.
Entonces, durante una auditoría, ¿Se detectan, realmente, las malas prácticas?
Hay una gran preocupación por cómo se realizan estos exámenes y por si las empresas actúan, realmente, como tienen que hacerlo para asegurar que los alimentos se elaboran, almacenan y distribuyen siguiendo los estándares apropiados.
Uno de los aspectos más comentados es si las pautas que se siguen a la hora de auditar son las adecuadas. Algunas de las personas implicadas opinan que las auditorías no son estructuradas y homogéneas. Se ha observado que, en auditorías realizadas por auditores diferentes, los resultados han sido totalmente dispares.
Es por ello muy importante la publicación de documentos como el Documento Marco de los sistemas de Auditorías del Control Oficial, publicado por AECOSAN, que estandarizan los criterios a tener en cuenta a la hora de realizar una auditoría.
Esta estandarización pretende abaratar los costes finales de los productos y, a su vez, optimizar el proceso de garantizar la seguridad alimentaria.
Las personas que realizan estas auditorías tienen que tener una buena formación. Deben conocer dónde, qué y cómo detectar posibles malas prácticas en las empresas que visitan.
La Norma ISO 19011, Directrices para la auditoría de los sistemas de gestión, nos indica cuáles son las competencias, criterios, mantenimiento y mejora de las capacidades del auditor.
Les corresponde hacer las preguntas adecuadas para llegar a conocer todo aquello que es necesario evaluar, aunque haciéndolo, muchas veces, pongan en un aprieto a las personas a las que tienen que entrevistar.
Un buen auditor será aquel que es diplomático, pero a su vez firme, que sabe comprender las situaciones y sabe analizarlas para sacar sus propias conclusiones, sabe qué debe observar, es versátil, discreto y honesto a la vez que imparcial y seguro de sí mismo. Además, debe tener la mente abierta para poder considerar puntos e ideas alternativas.
Las auditorías pueden realizarse sin previo aviso y, siempre, siguiendo de forma minuciosa y estructurada los programas establecidos por las administraciones y comprobando que se sigue la legislación vigente.
Si se tienen interiorizadas las buenas prácticas, el funcionamiento de la seguridad alimentaria en las organizaciones será mucho más eficiente.
Para ello es imprescindible la formación de los empleados: deben conocer estas prácticas, cómo actuar en los diferentes escenarios que pueden encontrarse en su puesto de trabajo y cómo proceder para denunciar situaciones que podrían derivar en una mala calidad de los productos.
También es muy importante la motivación del trabajador: una persona animada y estimulada se implicará personalmente en aquello que le rodea, y, por tanto, seguramente será capaz de denunciar estas malas prácticas si las identifica.
Fuente: www.thegrocer.co.uk; www.icao.int
Foto: BJK