Alérgenos alimentarios: el coste de la información inexacta

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El rápido cambio en las expectativas de los consumidores en lo que respecta al etiquetado de los productos ha tenido un efecto palpable en los minoristas y está cambiando la forma en que opera la industria alimentaria.

La gente está cada vez más interesada en saber de dónde provienen sus alimentos y las condiciones de transporte y almacenamiento a los que se someten desde su origen hasta el punto de venta. Por otra parte, hay una expectativa creciente de información clara y precisa relacionada con los alérgenos alimentarios y productores y minoristas por igual se ven obligados a actuar con rapidez y responsabilidad para garantizar el cumplimiento de estas demandas.

Según el Reglamento 1169/2011 de la UE sobre información alimentaria para los consumidores, los minoristas deben proporcionar información sobre alérgenos a los clientes. ¿Pero lo están logrando? Parece que muchos de ellos no están al tanto de la normativa o les está suponiendo un reto demasiado grande.

Según el Reglamento 1169/2011, que entró en vigor en toda Europa a finales de 2014, todas las empresas alimentarias tienen la obligación de facilitar la información sobre ingredientes alergénicos empleados en los alimentos vendidos o suministrados por ella. Estos requisitos también son aplicables a los establecimientos que venden alimentos a granel, como supermercados, restaurantes, establecimientos que venden comida para llevar, etc…

Un estudio en 2015, realizado por la Sociedad Real de Salud Pública (RSPH) en UK, encontró que poco más de dos tercios de los establecimientos de “take-away” parecían no estar cumpliendo la ley. Los problemas que se detectaron estaban relacionados con la incapacidad de proporcionar la información sobre alérgenos requerida legalmente, así como la falta de información sobre los alérgenos en los productos usados como ingredientes.

Una segunda encuesta realizada por la Asesoría de Formación sobre Alergias Alimentarias (FATC) encontró que los problemas seguían persistiendo a finales de 2015, casi 12 meses después de la entrada en vigor del reglamento. Aunque el número de personas alérgicas que comen fuera ha crecido, la encuesta resaltó que sólo el 38% de los encuestados se sentía seguro cuando comía fuera desde que se introdujeron los cambios. Los principales problemas mencionados por estas personas estaban relacionados con recibir información contradictoria y errores de precisión o calidad.

Estos problemas tienen implicaciones negativas. Existe la probabilidad de una reducción en los ingresos causados por la baja confianza entre los clientes que padecen alguna alergia alimentaria. Las multas emitidas por incumplimiento pueden ser significativas; en el Reino Unido se ha eliminado el límite máximo, lo que significa que los magistrados pueden decidir caso por caso qué sanción imponer.

Por último, y más importante, hay consecuencias potencialmente graves para la salud de cualquier consumidor que reciba información incorrecta.

Afortunadamente, todas las empresas alimentarias y minoristas pueden obtener beneficios significativos con el cumplimiento de este reglamento. Con la implementación de procesos eficaces y eficientes pueden crecer y retener a sus clientes, mientras ahorran costes. Hasta hace poco las personas alérgicas no salían a comer fuera de casa pero, como muestra la encuesta de la FATC, el porcentaje de este grupo de consumidores que salen a comer fuera de casa ha aumentado en un 54% hasta finales de 2015, por lo que vale la pena encontrar la solución correcta.

Según el Reglamento 1169/2011 es necesario indicar la presencia o posible presencia de los alérgenos en los productos, en un lugar visible. De esta forma se construirá la confianza del consumidor. Hasta ahora esto ha requerido muchos esfuerzos tales como añadir comentarios en un menú o pizarra. Estos métodos pueden ser lentos, costosos y propensos a errores.

Existen, sin embargo, soluciones que pueden aportar la precisión y la eficiencia requeridas para cumplir los requisitos de la UE FIC, pero los minoristas de alimentos deben recibir más ayuda para abordar estos problemas complejos y encontrar soluciones adecuadas.

Fuente: www.foodmanufacture.co.uk

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