Están presentes en las neveras de todas las casas y se trata de un recurso fácil. Estamos hablando de las ensaladas de bolsa.
El consumo de ensalada de bolsa se ha disparado en los últimos años. Hortalizas frescas como las lechugas, los canónigos o las rúculas son lavadas y envasadas en una atmósfera controlada, para luego ser comercializadas en todos los supermercados. Su venta en España pasó de los 150 millones de productos en 2004 a los 350 millones diez años después, según datos de la patronal del sector.
Parece un elemento totalmente saludable e inofensivo, pero recientemente un estudio de la Universidad de Leicester ha alertado del riesgo alimentario que esconde la ensalada de bolsa
El trabajo, publicado en la revista Applied and Environmental Microbiology, apunta que los jugos que aparecen en las bolsas de ensalada, una vez abiertas, favorecen el crecimiento de la bacteria Salmonella enterica. “Una vez abierta, las bacterias presentes de manera natural en las hojas crecen mucho más rápido”. Además, la Salmonella se adhiere fuertemente a las hojas. Con lo que se recomienda consumir lo antes posible este tipo de ensaladas una vez se han abierto. No guardarlas más de un día después de abrirlas y consumirlas siempre antes de la fecha de caducidad indicada.
La Salmonella entérica es un microorganismo patógeno se asocia con la aparición de salmonelosis, una enfermedad de transmisión alimentaria muy extendida, que causa más de 90.000 casos en Europa y pérdidas anuales superiores a los 3.000 millones de euros.
Fuente: traducción de www.catalunyadiari.cat; www.hipertextual.com