Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que 600 millones de personas – casi el 10 por ciento de la población mundial – enferman después de comer alimentos contaminados.
La contaminación cruzada, o presencia de sustancias ajenas en un alimento, es un problema grave que puede tener implicaciones significativas para la industria alimentaria mundial.
Uno de los casos más recientes fue en 2013, con el escándalo de la carne de caballo en Europa, que supuso pérdidas de millones de euros de valor de mercado para muchas marcas.
El impacto de este tipo de errores puede afectar cualquier alimento, con lo que ahora más que nunca, la industria debe establecer procedimientos para asegurar unas buenas prácticas de fabricación, haciendo especial hincapié a evitar posibles contaminaciones cruzadas.
Las normas de seguridad y la demanda mundial de alimentos van en aumento, y el disponer de herramientas para poder llevar a cabo los controles de calidad de una forma más rápida se ha convertido en una necesidad más que un lujo para muchos fabricantes que, hasta ahora, utilizaban técnicas más tradicionales.
Una de las formas de contaminación cruzada más habituales es la causada por alérgenos. Esto es particularmente importante ya que el impacto social de provocar una reacción alérgica en un consumidor puede tener repercusiones considerables, no sólo económica y legalmente, sino también en cuanto a la reputación de la marca.
Según los datos analizados, el 58% de las retiradas de productos en Estados Unidos se debió a la presencia de al menos un alérgeno no declarado en el alimento. Teniendo en cuenta el hecho de que 15 millones de estadounidenses y 17 millones de europeos tienen alergias a los alimentos, nos enfrentamos a riesgo potencial de provocar reacciones adversas a los alimentos muy alto.
Pero la contaminación cruzada no termina con los alérgenos. Debido a variaciones en las normas alimentarias nacionales, los problemas causados por la contaminación cruzada pueden tener un impacto negativo sobre el movimiento global de los alimentos.
La contaminación cruzada es un aspecto cada vez más importante de la seguridad alimentaria.
En muchos ámbitos de la vida, la frase «es mejor prevenir que curar» es cierta, y con la contaminación cruzada no podría serlo más. Debido a la inmensa serie de problemas causados por la contaminación cruzada, es importante que los fabricantes de alimentos, independientemente del tipo de producto que elaboran, identifiquen y aíslen los contaminantes de manera eficiente y reduzcan los residuos al mínimo para no causar daño a los consumidores.
Fuente: www.newfoodmagazine.com